...Y llego el día en me detuve a mirar el riel,
al final de ese viaje prometido que espera un tren fantasma,
cuando el tiempo se convierte en una bruma húmeda y espesa sin compasión de los ojos, que se acurrucan en el horizonte. El paisaje sin volverse extraño se siente ajeno, no pertenecer al lugar que te abrigo el sueño puede traer tristeza.
Nada sobre el riel, nada en el tren, nada en los ojos, nada en el tiempo.
Miro por ultima vez ese espacio deshabitado y giro,
sin velocidad, pero sin detenerme. Sigo el camino de la luna hacia donde el sol posa su misterio, no hay prisa, pareciera quiero cerciorarme de los últimos segundos...dejarlos bien encaminados. Soltar es algo que se debe hacer con los ojos muy abiertos ...y en mi desalojo ,me he perdido dejando un rostro vacío, me despido en un duelo seco y solitario, parto con lo puesto, escuchando desde lejos el ruido de una vieja locomotora, que ahora, aparece para marcharse, perdiéndose en la bruma, viajando con el tiempo, dejando los espacios, dejándolos, para buscar otros ,o dejándolos ,para dejar de buscar.
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